El ragú bianco (también llamado ragú blanco) suele describirse como una versión sin tomate del ragú a la boloñesa. Tiene su origen en el norte de Italia (probablemente en Emilia-Romaña) bajo la influencia de las salsas francesas a base de bechamel. Los cocineros italianos comenzaron a incorporar sus ingredientes y técnicas regionales a la salsa bechamel y, con el tiempo, esta adaptación evolucionó hasta convertirse en lo que hoy se conoce como ragú bianco. A diferencia de su primo boloñés más famoso, el ragú bianco es una salsa más sutil con un sabor discreto que no domina el paladar con sabores intensos. La versión clásica se elabora con cebollas, apio, zanahorias, aceite de oliva, una mezcla de carne de cerdo y ternera picada, salsiccia, caldo de verduras o ternera y vino blanco. Algunas versiones se pueden elaborar con pollo, jabalí, conejo o incluso carne de burro y caballo, y combinaciones de varios tipos de carne diferentes. Sea como sea, el ragú bianco se suele utilizar como salsa para diversos platos de pasta y su mejor combinación es con tagliatelle.
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